viernes, 25 de noviembre de 2011

Un paseo por la Atenas clásica y el Ática



Súnion! T’evocaré de lluny amb un crit d’alegria,
                   tu i el teu sol lleial, rei de la mar i del vent:
pel teu record, que em dreça, feliç de sal exaltada,
                   amb el teu marbre absolut, noble i antic jo com ell.
Temple mutilat, desdenyós de les altres columnas
                   que en el fons del teu salt, sota l’onada rient,
dormen l’eternitat! Tu vetlles, blanc a l’altura,
                   pel mariner, que per tu veu ben girat el seu rumb;
per l’embriac del teu nom, que a través de la nua garriga
                   ve a cercar-te, extrem com la certesa dels déus;
per l’exiliat que entre arbredes fosques t’albira
                   súbitament, oh precís, oh fantasmal! i coneix
per ta força la força que el salva als cops de fortuna,
                   ric del que ha donat, i en sa ruïna tan pur.

Otro tema que hemos trabajado ha sido el tema 1.3. Espacios y monumentos de la Atenas clásica.
Tras las Guerras Médicas, durante la Pentecontecía y mientras Atenas ostenta el poder de la Liga de Delos, un hombre, Pericles, tiene un plan: engrandecer la ciudad de Atenas y hacerla el centro de poder socio-económico y cultural de toda la Hélade. ¿Cuál o cuáles son sus proyectos? Reformar la acrópolis, que había sido arrasada varias veces por los Persas, y embellecer la ciudad de Atenas y de Eleusis, construyendo el Telesterion, que albergaría a los iniciados durante los Misterios de Eleusis.
Nos centramos, en primer lugar, en el recinto sagrado por excelencia de Atenas, la Acrópolis, a la que se accede por los llamados Propileos, la entrada monumental a la que se llega tras una escarpada escalinata y donde encontramos los estilos arquitectónicos, dórico y jónico en sus columnas.
Una vez dentro del recinto, vemos el santuario principal de este recinto, el Partenón, que está dedicado a Atenea Párthenos, donde finalizaba la procesión de la fiesta de las Panateneas, donde las jóvenes de la aristocracia ateniense, vestidas de blanco, portaban un peplo a la diosa. Este templo construido por obra de Ictino y Calícrates, albergaba una gran escultura de la diosa, obra de Fidias.
A mano izquierda del Partenón, se halla el Erecteion, dedicado a los primeros reyes de Atenas, Cécrops y Erecteo, y a Poseidón, donde cuenta la leyenda que Poseidón clavó su tridente y brotó el manantial de agua salada. En la balconada vemos las Cariátides, castigadas a soportar el peso de este templo jónico, construido durante la Guerra del Peloponeso.
Después de darnos un buen paseo por la Acrópolis, nos dirigimos de nuevo hacia los Propileos y es entonces cuando vemos ese pequeño templo de estilo jónico dedicado a Atenea Niké Áptera, la Victoria sin alas –de este modo jamás podría escapar de la ciudad de Atenas y ésta siempre sería la gran victoriosa-.
Bajando de la Acrópolis, encontramos, por una parte, el Odeón de Herodes Ático, dedicado básicamente a certámenes musicales, y, por otra parte, el Teatro de Dioniso, donde la tragedia y la comedia vivieron su mayor esplendor.
A la otra parte de estos edificios de ámbito más festivo-social que religioso, tenemos el Ágora, que se podría considerar el espacio socio-económico y político más importante de la ciudad. No sólo encontrábamos las tiendas de cualquier mercado, sino también esculturas y templos, como el Hefesteion. En este espacio los hombres griegos pasaban las horas hablando de política (no dista mucho esta imagen de los καφενεία, donde los hombres griegos actuales con un café frappé, un cigarro y un kombolói pasan las horas sentados y hablando de la sociedad y de los asuntos políticos). Pero es en la Pnyx, en la llamada Colina de las Musas, donde se reunían en la Asamblea.
Después de las sucesivas invasiones al Ática y a la ciudad de Atenas por los Persas, durante las Guerras Médicas, los atenienses quisieron preservar la ciudad contra cualquier otro ataque. De este modo se construyeron los llamados Muros Largos, que bordeaban la ciudad de Atenas y llegaban, como un corredor, hasta el puerto de El Pireo. Pero después del desastre ateniense en la batalla de Egospótamos, cuando prácticamente los atenienses ya habían perdido una guerra que duraba casi treinta años, los espartanos y sus aliados obligaron al pueblo ateniense a destruir esta fortificación, como cuenta Jenofonte en sus Helénicas, al son de las flautas.
Y una vez ya fuera del bullicio de la ciudad, en dirección contraria a Eleusis, a unos 50 kilómetros, en el Cabo Sounion, los atenienses erigieron un Templo dedicado a Poseidón, para que éste no se enfadase con ellos, ya que eligieron a Atenea como protectora de la ciudad y le levantaron todo un recinto sagrado.



Poema en audio: Cabo Sounion de Luis García Montero por Luis García Montero

Y recordando algunas fotos de aquel primer viaje con alumnos pero tierras helénicas.

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