Súnion!
T’evocaré de lluny amb un crit d’alegria,
tu i el teu sol lleial, rei
de la mar i del vent:
pel teu
record, que em dreça, feliç de sal exaltada,
amb el teu marbre absolut,
noble i antic jo com ell.
Temple
mutilat, desdenyós de les altres columnas
que en el fons del teu salt,
sota l’onada rient,
dormen l’eternitat! Tu vetlles, blanc a l’altura,
pel
mariner, que per tu veu ben girat el seu rumb;
per l’embriac del teu nom, que a través de la nua garriga
ve a cercar-te, extrem com la
certesa dels déus;
per l’exiliat que entre arbredes fosques t’albira
súbitament,
oh precís, oh fantasmal! i coneix
per ta
força la força que el salva als cops de fortuna,
ric del que ha donat, i en sa
ruïna tan pur.
Tras las Guerras Médicas, durante la Pentecontecía y mientras
Atenas ostenta el poder de la Liga de Delos, un hombre, Pericles, tiene un
plan: engrandecer la ciudad de Atenas y hacerla el centro de poder
socio-económico y cultural de toda la Hélade. ¿Cuál o cuáles son sus proyectos?
Reformar la acrópolis, que había sido arrasada varias veces por los Persas, y
embellecer la ciudad de Atenas y de Eleusis, construyendo el Telesterion, que albergaría
a los iniciados durante los Misterios de Eleusis.
Nos centramos, en primer lugar, en el recinto sagrado por
excelencia de Atenas, la Acrópolis, a
la que se accede por los llamados Propileos, la entrada
monumental a la que se llega tras una escarpada escalinata y donde encontramos
los estilos arquitectónicos, dórico y jónico en sus
columnas.
Una vez dentro del recinto, vemos el santuario principal de este
recinto, el Partenón,
que está dedicado a Atenea Párthenos, donde finalizaba la procesión de la
fiesta de las Panateneas,
donde las jóvenes de la aristocracia ateniense, vestidas de blanco, portaban un
peplo a la diosa. Este templo construido por obra de Ictino y Calícrates, albergaba
una gran escultura de la diosa, obra de Fidias.
A mano izquierda del Partenón, se halla el Erecteion, dedicado a
los primeros reyes de Atenas, Cécrops y Erecteo, y a Poseidón, donde cuenta la
leyenda que Poseidón clavó su tridente y brotó el manantial de agua salada. En
la balconada vemos las Cariátides,
castigadas a soportar el peso de este templo jónico, construido durante la
Guerra del Peloponeso.
Después de darnos un buen paseo por la Acrópolis, nos dirigimos de
nuevo hacia los Propileos y es entonces cuando vemos ese pequeño templo de
estilo jónico dedicado a Atenea Niké Áptera,
la Victoria sin alas –de este modo jamás podría escapar de la ciudad de Atenas
y ésta siempre sería la gran victoriosa-.
Bajando de la Acrópolis, encontramos, por una parte, el Odeón de
Herodes Ático, dedicado básicamente a certámenes musicales, y, por otra
parte, el Teatro de
Dioniso, donde la tragedia y la comedia vivieron su mayor esplendor.
A la otra parte de estos edificios de ámbito más festivo-social que
religioso, tenemos el Ágora, que se
podría considerar el espacio socio-económico y político más importante de la
ciudad. No sólo encontrábamos las tiendas de cualquier mercado, sino también esculturas
y templos, como el Hefesteion. En
este espacio los hombres griegos pasaban las horas hablando de política (no
dista mucho esta imagen de los καφενεία, donde los hombres griegos actuales con un café frappé, un cigarro
y un kombolói pasan
las horas sentados y hablando de la sociedad y de los asuntos políticos). Pero
es en la Pnyx, en la llamada
Colina de las Musas, donde se reunían en la Asamblea.
Después de las sucesivas invasiones al Ática y a la ciudad de
Atenas por los Persas, durante las Guerras Médicas, los atenienses quisieron
preservar la ciudad contra cualquier otro ataque. De este modo se construyeron
los llamados Muros Largos,
que bordeaban la ciudad de Atenas y llegaban, como un corredor, hasta el puerto
de El Pireo. Pero después
del desastre ateniense en la batalla de Egospótamos, cuando prácticamente los
atenienses ya habían perdido una guerra que duraba casi treinta años, los
espartanos y sus aliados obligaron al pueblo ateniense a destruir esta
fortificación, como cuenta Jenofonte
en sus Helénicas, al son de las flautas.
Y una vez ya fuera del bullicio de la ciudad, en dirección
contraria a Eleusis, a unos
50 kilómetros, en el Cabo
Sounion, los atenienses erigieron un Templo dedicado a Poseidón, para que
éste no se enfadase con ellos, ya que eligieron a Atenea como protectora de la
ciudad y le levantaron todo un recinto sagrado.
Poema en audio: Cabo Sounion de Luis García Montero por Luis García MonteroY recordando algunas fotos de aquel primer viaje con alumnos pero tierras helénicas.
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